Ser emprendedor requiere, además de la valentía de no tener un salario fijo, ser ordenado y tener fondos para iniciar con la aventura. Tradicionalmente, la única manera de financiar un emprendimiento era contar con los fondos, pidiéndole los fondos a la familia y amigos, buscando un socio inversionista o acudiendo a un banco a solicitar un préstamo.

El problema es cuando estos sistemas tradicionales no nos aplican, o más bien cuando nuestro modelo de emprendimiento es tan diferente que no aplicamos a ninguna de estas circunstancias. La solución la encontraron las nuevas generaciones de emprendedores e inventores, en Internet. Utilizando mecanismos que implican las desintermediación de los sistemas tradicionales que han dado lugar a las plataformas de financiación participativas, cómo se les conoce en España.

Estas plataformas de financiación, no son otra cosa que sitios web, regulados, en los que los empresarios e inventores pueden exponer sus proyectos, haciendo un estimado de la cantidad de fondos que requieren para poder implementarlo. Las personas que están interesadas en invertir pueden hacerlo, convirtiéndose en socios de este emprendedor, arriesgando sumas de dinero “pequeñas” convirtiéndose en inversionista sin asumir la totalidad del riesgo.

Con un éxito rotundo y un crecimiento sorprendente “El mercado europeo de financiación alternativa en línea creció un 144% el pasado año hasta casi alcanzar los 3 mil millones de euros y podría superar los 7 mil millones en 2015”[1]

Si bien es cierto, este sistema tiene muchas ventajas que apoyan al empresario y sobretodo a aquellos inventores y creadores, que necesitan financiar los productos que pretender insertar en el mercado, aún no existen en muchos países reglas claras para este tipo de participación, uno de esos casos es Costa Rica. En los países en los que existe la regulación, aún no se ha logrado que la misma no limite las posibilidades de estos emprendimientos y cumpla con las necesidades de los emprendedores.

En los casos de invenciones y patentes, algunas legislaciones exigen que el inventor revele el producto, para proteger a quien invierte. Sin embargo, es contraproducente pues el invento, podría ser robado. Por otra parte, una persona que consigue mucho interés en su producto, tiene de inmediato una idea de la aceptación de su producto en el mercado.

En Costa Rica, el cineasta nacional Hernán Jiménez, acudió a una de estas plataformas para financiar su proyecto “El Regreso” en 2011, logrando reunir los fondos para producir su película.

El mundo no tiene barreras y es necesario apoyar a los emprendedores de nuestros países, desde nuestro país, permitiéndonos apoyar la invención e inversión nacional; si regulamos, entendemos y aplicamos reglas claras para el funcionamiento de estas plataformas podríamos vernos beneficiados al financiar a un loco con una idea millonaria.

[1] http://web.spaincrowdfunding.org/noticias/