La industria de las life sciences se ha visto tremendamente afectada por la inteligencia artificial. Podría decirse que muchas compañías están haciendo una transición hacia la biotecnología. Con la implementación de la inteligencia artificial en sus invenciones, sus equipos de propiedad intelectual se encuentran en una encrucijada referente al mejor cauce legal para su protección. La legislación actual les permite decantarse ya sea por la patentabilidad o la protección vía secreto comercial.
La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) define las patentes como: “un derecho de exclusiva otorgado sobre una invención que faculta a su titular a decidir si la invención puede ser utilizada por terceros y, en ese caso, de qué forma [1) Por otra parte, el secreto comercial es definido como: “derechos de propiedad intelectual (PI) sobre información confidencial que pueden ser vendidos o concedidos en licencia. Debe cumplir los siguientes requisitos: a) tener valor comercial b) conocido por un grupo limitado de personas c) objeto de medidas razonables para mantenerlo en secreto [2] .”
Cualquiera de los cauces legales mencionados es susceptible de ser utilizado como medio de protección, no obstante, la regulación de estas figuras podría obstaculizarla. La patentabilidad exige aportar una solución a un problema técnico que no esté contemplada por el estado de la técnica, en otras palabras, la aplicación técnica debe ir más allá de la interacción entre el software y el hardware. Por otra parte, están las exclusiones de patentabilidad. Una exclusión que afecta particularmente a las life sciences es la relativa a los métodos de diagnóstico y tratamiento en países como El Salvador y Honduras. Esto resulta relevante dado que estas áreas están siendo especialmente revolucionadas por la inteligencia artificial.
Un obstáculo que suele ignorarse es el tiempo. El procedimiento de registro de patentes dura alrededor de dos años en Centroamérica, de tres a cinco años frente a la Oficina Europea de Patentes y alrededor de veintidós meses en Estados Unidos. Gordon Moore, fundador de Intel, afirmó en 1956 que la potencia de las computadoras se duplica cada dos años; en 2019, la Universidad de Stanford publicó su “AI 2019 Report”, donde defendió que la inteligencia artificial esta superando esta tendencia. En caso de resultar verdadero, los registros de la propiedad y las oficinas de patentes deben agilizar sus procesos de inscripción, de lo contrario, para el momento en que se otorgue la patente, dichas tecnologías habrán quedado obsoletas.
Los secretos comerciales son otro cauce legal a través del cual proteger este tipo de invenciones. Su implementación es a través de un sistema más flexible comparado a las patentes, dado que no es necesario un procedimiento de registro y los requisitos para su obtención amparan una amplia gama de materias susceptibles de protección. Sin embargo, esta flexibilidad respecto del sistema de patentes también se traduce en una protección menos intensa. Esto se debe a que no otorga derechos de exclusiva sobre la invención, por lo que cualquier tercero podría explotarla, en caso de haber tenido conocimiento de ella por medios legítimos. La flexibilidad de este cauce legal puede venir a un coste muy alto y la menor intensidad de su protección podría echar a perder considerables inversiones económicas.
Tomar la decisión correcta es imprescindible para brindar una protección legal adecuada a estas invenciones, por lo que es recomendable tomar en cuenta consideraciones respecto de la aplicación técnica de la invención, si el mantenimiento del secreto es compatible con el modelo de negocios de la compañía (especialmente, cuando los clientes son pacientes) y si esa información es ser susceptible de ser descubierta y divulgada mediante investigación académica.
La inteligencia artificial está revolucionando la propiedad intelectual. Esta en las manos de los abogados saber identificar un medio idóneo y compatible con el modelo de negocios de sus clientes con el fin de proporcionarles la mejor protección posible.