Por: Guissell Tellez

Desde el punto de vista fisiológico, se define ansiedad como un sistema que alerta al organismo ante sucesos que lo pueden poner en desventaja; es un sentimiento displacentero que se acompaña de sensaciones somáticas como náuseas, palpitaciones, sudoración, cefalea, necesidad de vaciamiento vesical e inclusive diarrea, entre otras (3).

Esta condición suele afectar en forma negativa, la relación social y laboral de las personas que la padecen. Muchos pacientes, presentan síntomas somáticos inespecíficos (insomnio, cefalea, dolores musculares, fatiga y síntomas de malestar gastrointestinal).

Es importante, por ello descartar cualquier otra patología médica como hipoglucemia, cardiomiopatía, entre otros, así como condiciones psiquiátricas como la depresión, por mencionar alguna.

De acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-R) el criterio diagnóstico del trastorno de ansiedad comprende:

1. Ansiedad importante y preocupación o aprensión excesiva con duración de 6 meses.

2. La persona no puede controlar su preocupación.

3. La ansiedad y preocupación están asociadas con 3 o más de los siguientes 6 síntomas:

  1. Inquietud.
  2. Fatiga frecuente.
  3. Dificultad de concentración (tener la mente en blanco).
  4. Irritabilidad.
  5. Tensión muscular.
  6. Trastornos del sueño (dificultad para conciliar el sueño o sensación de tener un sueño insatisfactorio o superficial).

4. El TAG no se debe a efectos asociados a medicamentos o a sustancias de abuso o alcohol u otras patologías médicas como el hipertiroidismo, etc.

5. La ansiedad, preocupación o síntomas físicos ocasionan malestar clínico significativo e interfieren en la vida laboral o social.

Tratamiento: Tanto el tratamiento farmacológico como el psicoterapéutico en forma simultánea son recomendados para el adecuado manejo de la ansiedad. Es importante para el paciente entender que la ansiedad es una condición médica manejable y controlable, siempre y cuando el paciente colabore estrechamente con su médico tratante. La psicoterapia cognitivo-conductual reduce la ansiedad en la mayoría de los pacientes que la padecen.

Las terapias de relajación, ejercicios de respiración profunda y ejercicios en general, son de utilidad sobre todo en los casos en los que se puede alcanzar a eliminar el pensamiento irreal por una estrategia más realista para resolver determinados problemas. Estas diferentes técnicas pueden ser utilizadas fuera del ámbito clínico-hospitalario. El tratamiento farmacológico va de acuerdo con las características sintomatológicas, la gravedad y las características del paciente.

Si la ansiedad está afectando tu vida diaria o la vida de tu hija, hijo o algún familiar, el tratamiento profesional puede suponer una gran diferencia, por ello recomendamos ir al médico quien puede remitirle a un profesional de la salud mental para que le haga una evaluación y le aconseje sobre el tratamiento más adecuado.

Siempre recuerda:

“El temor agudiza los sentidos, la Ansiedad los paraliza”. Kurt Goldstein

Bibliografía

(3) Salín R. Bases Bioquímicas y Farmacológicas de la Neuropsiquiatría. Mac Graw Hill Interamericana. 1997; 210-215.