Por: Guissell Tellez
La resistencia a los antimicrobianos (RAM) surge cuando las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos cambian a lo largo del tiempo, y dejan de responder a los medicamentos, lo que hace más difícil el tratamiento de las infecciones e incrementa el riesgo de propagación de enfermedades, de aparición de formas graves de enfermedades y de muerte.
La resistencia a los antimicrobianos ocurre naturalmente con el tiempo, generalmente a través de cambios genéticos. Sin embargo, el mal uso y el uso excesivo de antimicrobianos está acelerando este proceso.
En muchos lugares, se les da un mal uso a los antibióticos en personas y animales. A menudo se administran sin supervisión profesional, por ejemplo cuando son tomados por personas con infecciones virales como resfriados y gripe, cuando se administran como promotores del crecimiento en animales o se usan para prevenir enfermedades en animales sanos.
La propagación de patógenos farmacorresistentes que han adquirido nuevos mecanismos de resistencia, conducen a la resistencia de los antimicrobianos, comprometiendo así, nuestra capacidad para tratar infecciones comunes.
Es especialmente alarmante la rápida propagación mundial de bacterias multirresistentes (denominadas también «superbacterias»), que provocan infecciones que no pueden tratarse con los medicamentos antimicrobianos al uso, como los antibióticos.
La resistencia bacteriana es una constante batalla que representa un problema de Salud Pública que es considerado para la OMS una de sus prioridades en salud, debido al impacto que genera tanto en la salud (dado que proyecciones recientes indican que para 2050 se producirán más muertes por esta causa que las ocasionadas actualmente por el cáncer), como a su impacto económico. Por tanto, la veloz aparición de bacterias multirresistentes es un fenómeno de índole mundial, cuestionando la eficacia antibiótica. Es vital implementar protocolos y recomendaciones.
El plan de acción ante esta situación de nuestra parte debe ser basado en la concientización acerca del problema, el reforzamiento de los conocimientos y la reducción de la incidencia de las infecciones mediante medidas preventivas como el saneamiento ambiental, el lavado de manos y el empleo óptimo de los antimicrobianos.
Se debe mejorar el conocimiento y la comprensión de la resistencia antimicrobiana en los ámbitos locales y nacionales de cada país, la vigilancia de su incidencia, la optimización del grupo de antibióticos y el desarrollo de medidas de contención. El conocimiento sobre la farmacodinamia y farmacocinética de estos antimicrobianos, los mecanismos de acción del antibiótico, de resistencia antimicrobiana y de transmisión, así como la evaluación de la magnitud de la prevalencia depende de los microbiólogos y médicos.